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Retazos de viaje II

Cuando estoy de viaje, hago cosas inusuales. Duermo en hoteles, paso muchas horas en aeropuertos, tomo bastante café, cargo valijas de veintiún kilos por escalinatas eternas en estaciones de subte extranjeras, digo con cierto orgullo que soy argentina, digo con más orgullo que soy porteña, viajo en tren, miro mapas, uso capuchas.

Transcribo notas de mi cuadernito

9 de enero de 2019

  • Estoy en el avión. Madrid, Madrí, Madriz. Cada versión, una ciudad diferente según la fonética. Me arden los ojos. Escribo. Pensaba hace unas semanas que escribir es escarbar, aunque también sobrevolar. Disección también aplica. Escribir, extirparme de este asiento minúsculo y suspirar una estrella.
  • Es la primera vez que vuelo y escribo. Vuelo vuelvo me estoy yendo vuelvo. Me enruto en un camino que hizo el abuelo Luis a principios del siglo veinte, eyectado del lugar campesino en el cual no puedo creer que mi genealogía haya empezado.
  • Rayo la página mientras me quede lucidez. En el taller están trabajando con el deseo, ¿qué es para mí el deseo? Hacer torsiones con el tiempo para darle un mordisquito a tu boca. Despatarrarme en una cama con un gatito masajista que me ronronee por la espalda. Absorber una eterna vacación de ahogos mundanos.
  • El mundo existe. Existe es presente, pero el prefijo ex- es que fuiste, que ya no más. No más trabajojefenoviocasaescuelabarrioamigoalumno. Hijo no. No se puede ser exhijoexmadrepadrehija. Tampoco se estila la frase “mi exmascota”.
  • En los aviones, las fisonomías de los pasajeros mutan hasta alcanzar características que los acercan a la categoría de lo monstruoso. Pican los ojos, se enrojecen, saltan lágrimas. Las extremidades hinchadas, el aliento se pudre y unas mínimas tuercas comienzan a estrujar la musculatura de la espalda de los viajeros.
  • Llegás a Madrid y esperás. Los aeropuertos son cobijos, nidos viciosos de vidrio en los que nos protegemos del transcurrir del tiempo. Te sellan los movimientos de acá para allá. ¿Dónde estamos en ese momento tan peculiar- limbo- en el que ya salimos de un país, pero todavía no ingresamos al otro? El refugio deviene licuación de la realidad. Perdemos la noción espacial y temporal. Debajo de los ojos se acumulan centelleantes pinchazos de insomnio. Mis piernas son las de un elefante, bien secas y con el diámetro de un tronco.
  • El cuaderno en el cual escribo esto fue confeccionado en Alemania, no sé cuándo. Lo compré en Ámsterdam en julio de 2015. Lo estrené en diciembre de 2018 en Buenos Aires. Ahora mi cuaderno y yo nos acercamos a Lisboa. Pucha, qué cuaderno viajero.
  • Tengo mal aliento. ¿Cuándo llegamos? Sueño algo que escribo, pero al comenzar a escribirlo ya no lo recuerdo. ¿Por qué viajamos?
  • Estar en un aeropuerto es estar entre paréntesis. Abrir un ( ( ) dentro de otro) y vivir así en pausa. Disfrutar porque no es la vida propia es un como si.

El como si viviese en Lisboa
y no es posible
o sí
aunque no actual
y lo actual es
lo que cuenta
¿o no?
No. Pregúntenle a Lisboa, sino,
que no reconstruye sus fachadas
que deja iglesias a la intemperie
como con el terremoto de 1755
la dejó peladita
huérfana de techo
que se luce con iglesias descamadas
abrasadas por un fuego que resultó ser
eterno.

About the author Soledad Arienza

Me fascinan las cúpulas de Buenos Aires y el hall del Teatro San Martín. Siento predilección por algunas estaciones de la línea A. Me gusta el verano. Amo la papelería, en general, y los cuadernos y libretas, en particular.

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