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Día 22. Escribí el monólogo interno que experimentás cada vez que te sentás a escribir

¿Para qué me armé esta página? Tengo los pies helados, iría a buscar medias y de paso cerrar la llave de agua, hay una pérdida en el termotanque. Es verdad que se escribe con todo el cuerpo, tengo contracturada la espalda y me duele la muñeca derecha por la posición de la mano en la computadora. Me recomendaron usar un atril para leer, ¿existen atriles de escritura?

Estoy haciendo de este desafío una prioridad, me pregunto qué pasara el día treinta y uno, cuando no haya más consignas. Creo que voy a seguir con la racha, ya se me incorporó el hábito, igual que ponerme las cremas faciales a la noche. Al principio me daba fiaca y tenía que esforzarme, ahora no puedo irme a dormir a cara sucia. Idem sin haber escrito. Igual voy a extrañar las consignas y el armado de una cronología. Supongo que revisaré y partiré del material que tengo de todos estos años. ¿Cuándo empecé a escribir? No recuerdo una fecha fundacional. Sí tengo noción de pasarme tardes con Tita escribiendo cuentos policiales, reflejos de mi amor platónico hacia Sherlock Holmes.

La papelería me gustó siempre, de chica hacía la agenda, como le decíamos con mi prima, de forma metódica. El ritual consistía en poner en la agenda lo que habíamos hecho en el día, no en texto sino a modo de titulares “Colegio”/ “Playa”/ “Casa de Delfi”, todo en letra doble y pintado con marcadores. Eso fue el germen de esto que hago ahora, aunque no registre mi día a día (podría ser un buen proyecto, no lo niego, le tendría que dar un enfoque particular). Otra cosa que se me ocurrió fue escribir sobre lugares de la ciudad, sentarme en equis lugar y observar. Me duele la cabeza del frío así que paro, mis pies están helados. En todo esto pienso mientras escribo o mientras me dispongo a escribir (a veces también leo mails viejos de examores). Me gusta sentir su mirada pispeándome la nuca- bien voyeuse.

A dormir a dormir que tirito esta noche de agosto. Mañana otra consigna. Algo que no existe ahora en el mundo va a moldearse, saldrá de mi mano con estos garabatos que no son nada, sólo un dibujo, pero a la vez dicen, y tanto.

About the author Soledad Arienza

Me fascinan las cúpulas de Buenos Aires y el hall del Teatro San Martín. Siento predilección por algunas estaciones de la línea A. Me gusta el verano. Amo la papelería, en general, y los cuadernos y libretas, en particular.

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