Una de mis obsesiones es subrayar y marcar los textos que leo. Sea un ensayo, un poema, una novela, un manual de instrucciones, una receta, el diario, un artículo, un paper, una ponencia, un manifiesto, un diario, una carta, siempre subrayo y marco. No hacerlo equivale a no leer. Algo se me pierde, como si mi cerebro no terminara de procesar la información que recibe. Estoy convencida de que olvido con más rapidez los argumentos de los textos que no subrayo. Por eso, un día comencé a hacerlo y nunca paré. No sé con exactitud cuándo fue eso, pero estimo que alrededor de los trece años.
Siempre leo con un lápiz en la mano. En su defecto, con una birome, aunque no es lo ideal. El lápiz acaricia la página; la birome la hiere sin piedad. Puede pasar que en alguna ocasión salga apurada con mi libro, pero sin el lápiz. En ese caso, si sentada frente al café y con la página bien abierta, veo que me falta el lápiz, le pregunto al camarero si me puede prestar uno. En caso de obtener una respuesta negativa, prefiero no leer. Es mejor tener que batallar unos minutos con la sensación de abstinencia, a leer sin poder marcar. Esto es demasiado perturbador, debo rodar mi mirada por el texto rogando que no haya ningún fragmento que me cautive. Si tengo la desgracia de que uno aparezca, lo recalco con mi mirada, lo releo, grabo el número de página, visualizo su ubicación para luego llegar a casa y marcarlo con contundencia. Es una sensación angustiante, como si algo muy frágil como una estrellita de origami se hubiera posado en la orilla del mar y estuviese coqueteando con desintegrarse.
Si pudiese exponer esta obsesión en un museo creado para tal fin, presentaría un muestrario de mis libros preferidos y cómo estos están marcados. No hay dos libros que presenten el mismo patrón; además, hay diferentes tipos de marcas. No es lo mismo el subrayado simple que el doble. No es lo mismo el fragmento marcado entre [corchetes] que el señalado entre {llaves}, o aquel al que le agrego uno o más ¡signos de exclamación! La coronación máxima que puede recibir un pasaje son todos estos signos juntos con el agregado de un corazón en uno de los márgenes.
Junto con la secuencia de libros subrayados y marcados, colocaría un texto explicativo: “La siguiente colección es un muestrario de los diferentes tipos de marcado y subrayado que una lectora –en el pasaje del siglo XX al XXI- efectuó a lo largo de gran parte de su vida literaria. En los diferentes volúmenes, podemos apreciar una variada selección de técnicas que coinciden con su estado de ánimo al momento de efectuar la señalización. Las marcaciones dan cuenta de los diversos grados de aceptación del discurso leído. En algunos casos, dicho agrado para con las palabras del texto alcanza preocupantes niveles de fascinación y un fanatismo perturbador”.

About the author Soledad Arienza
Me fascinan las cúpulas de Buenos Aires y el hall del Teatro San Martín. Siento predilección por algunas estaciones de la línea A. Me gusta el verano. Amo la papelería, en general, y los cuadernos y libretas, en particular.
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31 julio, 2024
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