Estamos con Igor en un castillo con varias torres. Estoy posada sobre una ventana y lo veo a él en la ventana de otra torre, en frente. Cargo con un pájaro grande y medio gordito. Realmente es enorme.

El pájaro es Francesca. Le digo a Igor: “Acá la tengo a Francesca. ¿Qué hago? ¿La suelto? Tengo miedo de que no sepa volar”. Igor me dice que la suelte, que va a saber, entonces junto fuerza y lanzo al pájaro hacia afuera. Al principio sus alas no se mueven, luego arrancan, aletea pero se choca de lleno con la torre de enfrente, la de la ventana en la que está Igor. Parece que va a caer en caída libre, pero remonta vuelo y se va para arriba, bien arriba, desde donde estoy parece un avión. La pierdo de vista.

Después aparecen a la distancia otros dos o tres pájaros a toda velocidad. Vienen directo hacia mí, como si fueran a entrar por la ventana. Reacciono y cierro las dos hojas de vidrio, trabo el postigo. Los pájaros se chocan y caen. Siento miedo.