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Sueño VI

Tengo un turno con Lucila, pero decido ir a ver, un rato antes, a la Dra. Melisa Pereyra, la ginecóloga que postea en Facebook. Mi plan es ir primero con Melisa y después ir con Lucila. Quiero hablar de los métodos anticonceptivos, entonces me viene bien tener dos opiniones.

El consultorio de Melisa es enorme, hay dos sillones encime de una camilla, y para hacerte el Papanicolau y la colposcopia me hace ponerme en cuatro patas. Agarra dos tenazas, como utensilios de asado, y me los mete. Apenas ingresa dice: “Algo está mal”. Siento miedo. Saca un cordón, es un cordón umbilical que salió disparado. Me pongo a llorar: “¡No! ¡No!” No quiero tener un hijo ahora, no está en los planes, no, no. Sigue escarbando con los instrumentos y saca una cabeza, una cabeza de bebé, grande del tamaño de una cabeza de recién nacido, perfectamente formada, pero gris violácea y sin ojos. Solo cabeza, rueda por el piso. Yo sangro, pero la hemorragia termina pronto. Estoy preocupada porque 14:45 tengo que estar en el consultorio de Lucila y ya se pasó la hora, qué va a pensar, que la cambié por otra ginecóloga.

Le pregunto a Melisa qué debo hacer, ella me dice que ya está, nada, tira esos restos y listo. Le pido anticonceptivos, me pregunta si me había cuidado, le dije que un día no, solo una vez, pero Igor no había acabado adentro y yo no estaba en días fértiles. Parece que hay un 33% de mujeres que se quedan embarazadas en esas condiciones, y bueno, yo soy una de las que conforman ese 33%. Me pregunta si quiero anticonceptivos hormonales, pastillas, le pregunto si hay otras opciones, está apurada, no tiene tiempo de asesorarme, me da diez blísters de muestras de pastillas de diferentes laboratorios y con composición diversa, me las llevo todas. Le pago a su secretaria afuera, no cubre Medicus así que la consulta son $1500.

La veo a mamá en los consultorios externos, mamá con su guardapolvo blanco. Le cuento que estoy preocupada por no haber cancelado el turno con Lucila y haber faltado, qué va a pensar. Mamá me abraza.

About the author Soledad Arienza

Me fascinan las cúpulas de Buenos Aires y el hall del Teatro San Martín. Siento predilección por algunas estaciones de la línea A. Me gusta el verano. Amo la papelería, en general, y los cuadernos y libretas, en particular.

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