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Día 16. Describí el clima de tu mundo imaginario

Allá no hay invierno ni otoño; la primavera y el verano se alternan cada tres meses. Temperatura promedio: veinticinco grados. La lluvia de agua existe, pero en días acuosos no es obligatorio salir: las actividades están sujetas al ánimo de los habitantes y uno tiene el derecho de quedarse en casa y remolonear. Las flores penden de los faroles de las calles adoquinadas y hacen muecas, a veces hasta acarician la cabeza de los paseantes. Las otras lluvias pueden aparecer en cualquier momento: pueden caer flores, como en Cien años de soledad, o burbujas, para deleite de las personas chiquitas. En todo hogar hay un reducto que siempre permanece seco, para colgar la ropa.

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Día 15. Escribí acerca de un perro que haya formado parte de tu vida (y aprendé a recordar en imágenes)

Estoy en el balcón francés de Vicky, es octubre y la primavera pisa fuerte. Los plátanos de la cuadra, los mismos que se veían desde las ventanas del colegio, están rabiosos de verde. Charla y chisme enfrían el café. Cautivas en este rectángulo aprisionante, Marlon obstruye el marco de la ventana. Sus ronquidos perrunos no son constantes, siguen un patrón que solo él conoce. Giro y su panza se hincha y hunde de a tandas, con las orejas estiradas en una mueca de sorpresa. Es el perro más vago que conozco, duerme con pasión.

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Día 14. Escribí un evento de tu vida de atrás para adelante

Me tiro sobre las maderas del piso y lloro curveado, grito, modulo un sonido regurgitado que ni sabía que mi garganta podía emitir. Papá se levanta de un salto del sillón para atajarme. “Murió Tita” escucho cuando termino de dar un portazo suave. Vengo de mi segunda clase de Filosofía, curso miércoles y sábados de nueve a once. Camino desde Pueyrredón y Charcas hasta casa, hace calor y siento en mi nuca la trenza de tela que me hice este verano en la playa. La mayoría del tiempo se esconde entre el pelo, por momentos sale para entender de qué va la cosa.

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Día 13. Escribile una carta a tu yo del pasado

agosto 2019

Querida Soledad del 2015:

Te hablo desde el futuro para decirte una frase cliché, pero que esta vez va en serio: esto va a pasar. Sé que los floripondios se te pegaron en el cerebro como babosas y te están succionando, que sentís que no vas a poder recibirte. Estás teñida de oscuro y tenés la certeza de que toda tu vida va a ser así. Te cuento que no.

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Día 12. Elegí un objeto de tu casa. Escribí su historia

Recostados sobre la mesa de caballetes, formaban una paleta cromática de una armonía estridente. El naranja Holanda, el verde reptil y el violeta misterio competían por ganarse las miradas de los paseantes de la feria de San Telmo. En algunas ocasiones lograban que les echaran una hojeada a sus páginas vírgenes, pero hasta ahora ninguno había sido transferido a un nuevo hogar.

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Día 10. Escribí el anuncio de un producto que te gustaría que existiera

El invento que promociono hoy es una vela que les sorprenderá. No ilumina ambientes de manera sensual ni salva en los cortes de luz. Su particularidad es que rememora instantes. Al prenderla, la llama se enciende y luego de unos segundos aparecen no sólo las imágenes, sino las sensaciones de los momentos más felices de nuestra vida. Tal como lo oyeron, no es broma. No me digan que nunca pensaron “me gustaría que este instante durara para siempre”. Bueno, eso es posible y a la vez no. Con esta vela, nos logramos acercar un poco al concepto, aunque no demasiado, ya que sería caer en un cliché que no comparto, que todo tiempo pasado fue mejor.

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