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Punctum

A Roland B.

Quién- sigue- pensando
que la poesía es
justamente
lo que no es,
o al menos
lo que no debería:
un pastiche de floripondios al servicio,
a la luz de la perpetua sumisión nuestra.
Lo que no debería ser justamente ahora.
Ahora, cuando la dichosa patada

en el medio de la nuca

se les viene justo en contra.
¿A dónde va ella?
A no esconderse más.

Llegás al punctum donde fuiste meticulosamente infeliz.
Y te sorprendés. Te deslumbra rebotar:
antes puro obstáculo,
ahora: te reciben como una esponja lujuriosa.

Te encontrás justo ahí donde te dejaste recorrer.
Y succionar.
Y lamer. Sin piedad.
Sin piedad ni clemencia,
por todas las relucientes situaciones de desvarío
y
desigualdad.
Pisoteás, de repente, justo esa intersección.
Esa escalera invertida que te conducía allá:
al más trucho cielo;
y te deslumbra (y a la vez no) comprobar que sigue siendo.
Sí, lo sigue: sigue siendo ese el lugar que te va a aniquilar,
lentecito y con cuidado,
pero también:

está siendo, y lo es, y lo será
el embalse donde vas a recoger,
lamer y relamer todo eso que te llevó acá por primera
vez primera.

Es esto, entonces.
Esto era lo que llamaban destino.

About the author Soledad Arienza

Me fascinan las cúpulas de Buenos Aires y el hall del Teatro San Martín. Siento predilección por algunas estaciones de la línea A. Me gusta el verano. Amo la papelería, en general, y los cuadernos y libretas, en particular.

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